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La salud mental puede verse afectada en tiempos de COVID-19

  • Foto del escritor: Tertulia
    Tertulia
  • 25 sept 2021
  • 6 Min. de lectura

Las personas deben estar pendientes de su salud mental, aun sin haberse contagiado


Por Geber Osorio


La pandemia del coronavirus al ser algo nuevo para la mayoría de personas y no conocer cómo es realmente esta enfermedad, puede crear incertidumbre, miedo, preocupación y/o estrés en las personas. Esto puede ser normal y se comprende la situación en la que puede vivir la gente.


Según la Organización Panamericana de la Salud -OPS-, se puede tener el temor de contraer el virus de la COVID-19, sumándose el impacto de los importantes cambios en nuestra vida cotidiana provocados los esfuerzos que se realizan para contener y frenar la propagación de dicho virus. Ante las nuevas realidades como el distanciamiento social, trabajar desde el hogar o estar desempleado temporalmente, la educación de los menores de edad en el hogar y la falta de contacto físico con seres queridos, por lo que es importante cuidar tanto la salud física como la mental.


Las personas que salen a trabajar pueden sentir miedo de salir de sus casas, sentir palpitaciones, sudar, tener presiones en el pecho y sentir que en cualquier momento se pueden desmayar.

La OPS junto con sus colaboradores brindan orientación y asistencia a la Región de las Américas durante la pandemia, para ayudar en el apoyo del bienestar mental y general de las personas, especialmente de aquellas que podrían necesitar un apoyo adicional durante este tiempo.


“Una buena salud mental es absolutamente fundamental para la salud y el bienestar en general”, dijo el Dr. ‎Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud -OMS-. Agregó que, “la COVID-19 ha ‎venido a interrumpir la atención prestada por los servicios de salud mental esenciales de todo el mundo, justo ‎cuando más se los necesitaba. Los dirigentes mundiales deben actuar con rapidez y determinación para invertir ‎más en programas de salud mental que salven vidas, mientras dure la pandemia y con posterioridad a ella”.‎


Mayor atención con adultos mayores y menores de edad


Según el Comité Permanente entre Organismos (IASC, por sus siglas en inglés), indica que, los adultos mayores que se encuentran aislados o padecen deterioro cognitivo pueden volverse más ansiosos, enojados, estresados, alterados, recluidos o excesivamente desconfiados. Se les debe proporcionar apoyo emocional a través de los propios familiares y profesionales de la salud mental; se les puede compartir datos simples sobre lo que ocurre actualmente y brindar información clara sobre cómo reducir el riesgo de infección en un lenguaje fácil de comprender.

Los niños y las niñas menores de tres años pueden demostrar señales de estrés a través de irritabilidades, llantos con mayor frecuencia, no conciliar el sueño y despertarse más durante la noche, tener problemas de alimentación, estreñimiento o diarrea, frustración, morder cosas, intensos, mojar la cama a pesar de haber aprendido a ir al baño y expresar necesidades urgentes.


Se debe tener un cuidado especial y por lo general, se sienten aliviados si pueden expresar sus sentimientos e inquietudes en un entorno seguro y comprensivo, esto se puede hacer a través de jugar con los menores, dibujar o fomentar un ambiente de mayor atención y sensibilidad en torno a ellos, porque necesitan el amor de los adultos y esa mayor atención cuando se viven tiempos difíciles.


Los adolescentes pueden mostrar señales de angustia con síntomas como: cambios en el estado ánimo, cambios en el comportamiento, pérdidas de interés en las actividades que disfrutaba antes, dificultad para dormir o querer dormir a todas horas, cambios de peso, problemas de memoria, cambios en la apariencia o pensamientos sobre la muerte, por lo que es importante permanecer en contacto con su pediatra durante esta pandemia.


Impacto en la salud mental de los profesionales sanitarios


El Dr. Celso Arango López, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid), presentó un meta-análisis y revisión sistemática publicado en Journal of affective disorders, realizado con más de 34 mil profesionales sanitarios expuestos al coronavirus. Lo que pudo observar es que más de la mitad de ellos ha tenido preocupación por su salud, casi un 50 % miedo, más de un tercio ha tenido insomnio, debido a cambios de turno, exposición o incertidumbre sobre lo realizado y sensación de estigmatización.

Las mayores preocupaciones que han tenido son el colapso del sistema nacional de salud, las escasas medidas de protección, el infectarse ellos mismos, a familiares, amigos y/o compañeros de profesión.


Al comparar la población sanitaria con la general, se ve que la población sanitaria ha tenido mayores problemas de insomnio, ansiedad y síntomas de depresión, además de problemas de somatización (dolores de cabeza, problemas gastrointestinales), obsesiones, compulsiones y un mayor nivel de estrés.


“Todos los días estamos viendo pacientes con COVID-19, tenemos que cumplir protocolos estrictos y está la angustia de no cometer una falla que pueda afectar a terceros. Pero también está el miedo a contagiarnos. Sabemos que estamos expuestos al virus más que nadie y que en cualquier momento podríamos estar del otro lado. Pensar que puedo terminar ahí genera mucho miedo; pero no hay tiempo de analizar todo porque hay mucho en juego”, comenta en Semana, José Buelvas, médico de Barranquilla, Colombia.


Consecuencias en los infectados


Carme Borrell, doctora y experta en salud pública indica que, “la enfermedad genera miedo y preocupación sobre la propia seguridad y la de los seres queridos o cercanos, ya que puede llegar a ser muy grave o incluso mortal. Además, la cuarentena o el aislamiento puede agravar la situación; sin olvidar el sufrimiento que causa la soledad de las personas infectadas y que se encuentran hospitalizadas. Evidentemente, estas causas de la mala salud mental se producen de forma desigual, siendo la población más desfavorecida la más afectada”.


Esta pandemia representa un estrés que deteriora el estado de salud mental de la población en general, pero más específicamente, en las mujeres que se encuentran en el periodo perinatal. Además de un incremento de síntomas depresivos, las mujeres embarazadas pueden reportar más síntomas de ansiedad, disociación, trastorno por estrés postraumático y alteraciones de sueño.


Se han detectado varios efectos en la salud mental como, por ejemplo: irritabilidad, insomnio, estrés, frustración, miedo, ataques de pánico, depresión e incluso intentos de suicidio; agrega Borrell.


“Un domingo me levanté con dolor de estómago y tuve que ir al hospital. Después de mucha incertidumbre me mandaron a cirugía por una peritonitis. Mientras me operaban, me hicieron la prueba de COVID-19 y di positivo, entonces terminé en una uci especial. Cuando desperté tenía sondas y tubos en la boca. El dolor era inimaginable y quería gritar, pero no podía hablar. Alcancé a pensar locuras, veía el cable de llamar al enfermero y pensaba ‘me quiero ahorcar, ya no quiero más de esto’. Pero todo fue pasando y ahora, por fin, estoy mejor”, comenta en Semana, Alexander, periodista de Bogotá, Colombia.


Recomendaciones para reducir el impacto psicológico por la pandemia


Carolina Franceschi, psicóloga clínica, recomienda: reducir el tiempo que se le dedica a ver, escuchar o leer noticias en los distintos medios de comunicación, acerca del coronavirus, para evitar la sobreexposición, aunque siempre se pueden consultar fuentes de información fiables.


Programar una serie de rutinas diarias que permitan mantener una actividad mental y física adecuada. Revisar la alimentación, las horas de sueño, disponer un tiempo para el entretenimiento y la diversión. Asimismo, establecer objetivos que desea cumplir y realizar tareas pendientes.



Potenciar la comunicación social, por medio de videollamadas, de esta manera se puede tener contacto con familiares y amistades. Aceptar las reacciones emocionales que se generan en situaciones de incertidumbre. Para ayudar a regular las emociones se puede hacer uso de actividades de relajación. También, compartir las emociones y pensamientos creados.


Solicitar ayuda profesional, en caso que considere que su nivel de preocupación, miedo o ansiedad interfiere en su vida diaria.


Otros psicólogos también recomiendan: hablar de cómo se siente, esto ayuda a liberar la tensión; comer sanamente, ya que estudios indican que la comida chatarra puede provocar más riesgos de depresión; y hacer ejercicios, el cual libera endorfinas, ayuda a la concentración, mejor el humor y la memoria.



Marco Antonio Garavito, director de la Liga Guatemalteca de Higiene Mental, mencionó en una entrevista realizada por Emisoras Unidas que, “la percepción de la gente estaba sumamente afectada por la pandemia, pero no había una intervención y en algún momento perdió credibilidad el discurso de sanidad. El miedo al coronavirus se instaló de una manera tan terrible que creó muchos problemas de otro tipo. Lo que necesitamos es que haya información permanente y una estrategia de comunicación, para que la población se informe”.


El Colegio de Psicólogos de Guatemala, ante la crisis que ha provocado la pandemia de la COVID-19, ha ofrecido apoyo emocional de manera virtual, por medio de psicoterapeutas voluntarios, en colaboración con la Comisión de Intervención en Crisis y Apoyo Psicosocial.


 
 
 

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